Descripción:
El Crucifijo que habló a Francisco. El Cristo de San Damián está vivo y sin corona de espinas, pues es el Cristo resucitado y glorioso que ha vencido a la muerte. Su postura expresa un gesto de acogida y parece abrazar a todo el universo.
Sus ojos no miran al espectador, sino que se dirigen al Padre, invitándonos también a nosotros a hacer lo mismo mediante la conversión.
Los 33 personajes que lo rodean representan la comunión de los santos de todos los tiempos. Jesús, con los pies sobre fondo negro, parece que asciende del abismo.
La sangre de Cristo chorrea sobre los personajes que lo rodean, para indicar que han sido lavados y salvados por su Pasión.
La sangre de los pies cae sobre seis personajes apenas reconocibles, que podrían ser: San Juan Bautista, San Miguel, San Pablo y San Pedro, San Damián y San Rufino, patrón de Asís.
En cada extremo de los brazos transversales de la cruz hay tres ángeles que muestran a Cristo: son los mensajeros de la Buena Noticia.
Los personajes bajo los brazos de Jesús están todos en la luz, son hijos de la luz.
Tienen todos la misma estatura, pues son «hombres perfectos», que han alcanzado «plenamente la talla de Cristo» (Ef 4, 13).